La misión en la vida: el trabajo

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Vivir con pasión: Cuando el trabajo se convierte en amor

Con mi equipo de trabajo

Descubrir tu propósito no es solo una meta, es la clave de la vida


La búsqueda de la pasión como propósito de vida

Nuestro principal objetivo en la vida debería ser encontrar nuestra pasión, descubrir qué es lo que nos hace sonreír desde el alma y buscar la manera de hacerlo. Muchas personas cuentan con la grandiosa posibilidad de que estudiaron carreras que los apasionaron o desde muy jóvenes tienen un oficio del cual están locamente enamorados y disfrutan ciegamente.

Elegir el corazón sobre los mandatos

Yo me considero parte del grupo de los locos enamorados, desde siempre hubo en mí una fuerza mayor que se interpuso, inclusive ante el propio mandato de mi padre. En una charla, que recuerdo hasta hoy día, él me explicaba sus razones de porque yo debía estudiar para contadora o administradora, por dentro pensaba: ¿Sabrá él que ni siquiera puedo sacar cálculos mentales? Y reía.

Cuando el trabajo no es esfuerzo, sino placer

Cuando un trabajo te apasiona puede identificarse como una entrega total, algo que ni siquiera representa esfuerzo sino más bien un intenso placer, que podrías hacerlo por varias horas sin tener en cuenta el reloj; en algunas ocasiones al punto de olvidar poner un freno para lo más sencillo y básico como es alimentarse adecuadamente.

 La pasión como conexión divina

El trabajo experimentado desde la pasión es como estar cerca de Dios, algo así como si al iniciar cada jornada él te enchufara con su energía. Todo lo que es vivido con esta consciencia y de esta forma está destinado a florecer, a ser un éxito. La vida simplemente se vuelve de otro color, se tiñe de alegría y de razones por las que despertarse cada día. Es una sensación de mucha plenitud que repercute favorablemente en todas tus relaciones interpersonales.

 Cuando los demás no entienden tu entrega

Cuando mis amigos o familiares se preocupan por mí, por la cantidad de horas que dedico a lo que hago y a quienes me acompañan en mi misión de vida, sencillamente les pregunto: ¿Me ves mal? ¿Me has escuchado quejarme? Las respuestas son siempre las mismas: NO. Entonces ahí es cuando todo se acomoda ya que logran entender que la pasión que impulsa lo que hago está estrechamente conectada con aquello que se realiza con el corazón y con la convicción de dejar el mundo un poco mejor que cuando lo encontramos.

¿Y tú, qué tienes para dar?

Mientras leías esto te pusiste a pensar ¿Qué es lo mejor que tienes para dar? ¿Cómo podrías compartir tus dones con el mundo? ¿Para qué sos bueno? ¿Si pudieras hacer lo que quisieras qué harías?

María José Lencina Artigas, TMEC

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