El viento del cambio

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¿Qué hacer cuando uno enfrenta cambios con muchas ganas pero con poca fe?

El año inició con muchos vientos de cambio en mi vida, tantos que la gente que me ve me comenta que he cambiado.

El cambio como tal, genera nuevas estructuras y dinámicas de cómo nos vemos y apreciamos a nosotros mismos, nos decidimos a algo, y/o nos relacionamos con los demás, por mencionar sólo algunos.

Hay cambios rápidos de apreciar, como los externos, por ejemplo, algún corte drástico de cabello para dejar el pasado atrás; otros como los internos, se cocinan a fuego lento, y como la palabra lo indica, es en nuestro interior y se está plenamente consciente de la vieja piel que se va abandonando para que al estar listo para lo nuevo, ello simplemente suceda y confirme que ya no soy el mismo, no pienso igual, no me gustan las mismas cosas y, que interactúo con otro color.

Para todos transitar el cambio es incómodo, la mente se resiste, quiere quedarse en lo conocido, en lo que se puede controlar; dejar de resistir requiere práctica. Hace años y años que estamos resistiendo lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que pensamos. Y ese es el núcleo de nuestros problemas. Lamentablemente, para unos cuantos ha sido alguna enfermedad o el hartazgo la antesala para respirar un nuevo aire.

En otras oportunidades, el cambio simplemente se impone, como cuando sos pequeño y tus padres te cuentan que hoy debés ir al hospital a vacunarte, no hay opción, pero no importa lo que hagas, sucede. No conozco hasta el momento a ningún niño que diga: – Sí papás, con todo gusto! Es para que mis defensas estén fuertes! – Simplemente, uno teme, se queja o chilla, llora pero lo que tiene que ocurrir, ocurre.
Como me considero una mujer con muchas ganas pero de poca fe me resulta complejo en algunas situaciones llevar adelante los cambios, y siempre me olvido de lo indispensable, confiar, aceptar y entregar a la vida, a una fuerza superior, a la Virgen María, a Dios, al Cosmos para que ellos se ocupen, SIEMPRE lo hacen mejor que yo.

Si te pasa como a mí, te dejo la receta que me ayuda en este momento y una última pregunta: ¿Pudiste percibir la cantidad de veces que utilicé la palabra “cambio” en el artículo? Es para reforzar lo que te digo y me digo en éste artículo.

¡Felíz viento de cambio para vos!

RECETA:

Preguntarse: ¿Quién soy yo para que a mí no me pase? ¡¿Quién me creo?!

Reflexionar: Nadie recibe satisfecho los cambios, nos rebelamos a ellos, aunque curiosamente son inherentes a nuestra naturaleza: lo único permanente es el cambio.

Intentar: entregarlo a una fuerza superior y confiar en que todo se ordenará de la mejor manera posible.

María José Lencina Artigas

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