El Vuelo del Águila: sin miedo a las alturas

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El águila y su par: Viven en las alturas, no en el corral

¿Águilas o Gallinas?

El vuelo del águila y el peso del apego

Para que el apego no te inutilice, lo mejor es ser un águila. Estas vuelan por las cumbres, libres, sin ataduras.

—¿Cómo águilas? —saltó espontáneamente Gladis.

—Las águilas —continuó— no andan en rebaño, como las ovejas. Vuelan de una en una, no en bandada.

Si quieres ser águila, no puedes estar triste. No puedes vivir atado y con apegos que te impidan alzar el vuelo.

 Elegir las cumbres o el corral

Ya tienes alas para aspirar a las cumbres; si lo haces así, te encontrarás con personas como tú, dispuestas a subir hasta las alturas. Sin miedo. No muchas, un número limitado, porque las águilas no andan en manada. No tengas miedo a la soledad. No quieras contentar a todos. Eso lo hacen las gallinas. Las águilas están acostumbradas a volar en solitario, sin miedo a las alturas.

Si por el contrario escuchas los cantos de sirena de las aves de corral, puedes hacerlo. Pero estás cerca de los cazadores dispuestos a asestarte un tiro o una pedrada para cazarte y alimentarse. Las aves de corral viven a ras del suelo. Están apegadas a la tierra, comen gusanos. No salen de caza porque comen en la pía lo que les da el amo o los restos y la basura que desperdician los humanos. Las alas se recortan, las panzas engordan, los sueños se reducen.

La soledad

Los que viven siendo aves de corral son pasto de chismes y prejuicios, y luchan con los demás en los basurales por conseguir alimento. Pelean constantemente por tener más y más. Su única aspiración se refiere a las realidades de abajo.

El águila vuela, no tiene apegos. Mira desde arriba. Respira el aire puro de la altura. Baja sólo para cazar, el tiempo indispensable, y luego vuelve a su hábitat: las altas cumbres.

Diferencias entre el águila y las aves de corral

Si quieres ser águila, olvídate de ser como el picaflor. El águila busca su par, otra que se mueva en el mismo ambiente, que le siga a la par.

El gallo camina orgulloso, soberbio entre las gallinas. Se monta a una y a otra. Se siente orgulloso y se infla de vanidad. Se cree el rey del corral y cacarea orgulloso. Por su parte, las gallinas cacarean y se pelean por el gallo del corral.

Le miramos asombrados y un poco tímidos ante las últimas palabras. Pedro siguió sin cambiar el tono de su voz.

El águila y su par

—Pero el águila no hace lo mismo. Ella se junta con su par. Vive en su nido con ella y se cuidan mutuamente, engendran sus aguiluchos lejos del ruido y de las demás aves. En lugares apartados.

El águila no cacarea, no hace ruido, es discreta y prudente. No busca una y otra águila para subirse a ellas y para levantar su orgullo. Le gustan las alturas. Construye su nido en las cumbres y en lugares de difícil acceso. Se une a un águila y ésa es la única que entra a ese nido. Con ella se aparea para toda la vida.

A un águila sólo le puede seguir otra de su mismo vuelo. No le puede seguir ni el gallo ni la gallina. Sólo otra de su especie. Solamente un águila entiende a otra águila.

Gallos y gallinas

Eres tú el que eliges y decides si llevas una vida en las cumbres o si quieres seguir preso en el suelo. Muchas personas, hombres y mujeres, han optado por el comportamiento de los gallos y las gallinas. Se revuelcan unos con otros porque pertenecen al mismo corral. No sueñan ni tienen otros objetivos que los alimentos que están en la tierra, los materiales.

Uno de sus manjares preferidos son los animalitos que consiguen escarbando en el suelo o en la basura, de donde sacan lombrices y otros semejantes. Sólo tienen la capacidad de luchar por tener más y más bienes materiales: dinero, objetos, poder, placer.

Elige tu destino: Las alturas o el corral

De vez en cuando levantan la vista y, a lo lejos, cerca del cielo, observan otras aves. Les gustaría ser como ellas. Algunos lo intentan, suben algunos metros, pero se cansan y vuelven al gallinero a revolcarse de nuevo entre los que son como sus iguales. Sueñan con otros bienes espirituales como el amor, la paz, la fraternidad, la pareja estable, pero no lo consiguen. Sus alas son cortas y el peso excesivo. Y entonces regresan a su hábitat.

Gallos y gallinas hacen mucho ruido, cacarean, enredan. Es su único consuelo. Se creen importantes, pero lo son en un espacio muy limitado, su corralito. De ahí no salen, ahí se mueren.

Gumersindo Meiriño Fernández, de su libro El Despertar Espiritual, haz clic aquí

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