Testimonio de la oración de una mujer del siglo XXI

Compartir:

TESTIMONIO DE LA ORACIÓN DE UNA MUJER DEL SIGLO XXI

Aunque siempre me he considerado creyente, no rezaba, consideraba la oración algo mecánico, sin utilidad, sin sentido.
Un día, comentando este hecho, una persona me recriminó diciendo que tenía que rezar, que era imprescindible, necesario.
Pese a que me dio todo tipo de argumentos y razones que avalaban su afirmación, yo insistía en mi imposibilidad de orar.
Fue, entonces, cuando me recomendó un libro “El Peregrino Ruso”.

«El Peregrino Ruso»

Reconozco que despertó mi curiosidad y quizá, un deseo escondido de descubrir las bondades de la oración. Aunque con cierto escepticismo, decidí leerlo.
Al mismo tiempo que me enfrascaba en el libro e intentaba entender “la oración continua”.
Al mismo tiempo, por recomendación de otra persona, estaba haciendo una Novena al Arcángel Rafael.
Un día me dispongo a hacer la novena, me arrodillo y, de repente, sin ningún motivo aparente, empiezo a llorar. Lloro y lloro y no sé porque lloro pero no puedo parar.

Llorar y llorar

Sin dejar de llorar me empieza a invadir una sensación de impureza (me atrevería a decir que hasta de suciedad) de indignidad, de rechazo hacia mí misma, produciéndome un gran desasosiego, un tremendo malestar. Así me paso un buen rato. Pero, poco a poco, todo este cúmulo de sensaciones negativas y desagradables, van dando paso, entremezclándose al principio, a una imperiosa necesidad de limpiar mi interior, de estar en paz con Dios, siento que lo necesito. Profundamente arrepentida pero llena de confianza, suplico al Señor: “Ayúdame a ser una digna hija tuya”.

Paso a otra emoción

Dispuesta a hacer lo necesario para lograrlo, mi llanto se va calmando y va dando paso a una paz y a una alegría tal, que me siento feliz y llena de esperanza.
Nunca había experimentado una paz y una alegría tan plena. Me digo: “Esta paz y esta alegría solo pueden venir de Dios”.
¡Me había reconciliado con Dios! La oración me había salvado.
Hoy doy testimonio de como la oración nos une a Dios y como nos va transformando poco a poco.

Necesitamos la oración, para estar, para mantenernos, unidos a Dios.

Beatriz Pérez Paradela

También te puede interesar, de la misma autora sobre el Tiempo

Tiempo lineal

Compartir:
2 comentarios

Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *