El poder de un Abrazo
Cuando un abrazo lo cambia Todo

Cuando los abrazos sanan
Hace algunos años, alguien me dijo que el abrazo era lo más maravilloso. Más adelante, conocí a una persona que tenía la costumbre de abrazar a quienes la rodeaban. Todos coincidían en algo:
—La extraño tanto… Lo que más echo de menos son sus abrazos, que te limpian el alma. No puedo evitar llorar y sentir su cariño cuando me abraza.
Con el tiempo, otro amigo comenzó a hablar frecuentemente sobre la importancia de abrazar. Incluso durante la pandemia, en un tiempo donde el contacto físico era limitado, me compartió algo que lo marcó profundamente:
—Siempre fui estricto con las normas de seguridad, saludando desde la distancia con un gesto que llamaba “abrazo con la vista”: colocaba mi mano en el corazón mientras miraba a los ojos. Un día, después de rezar la oración de la Paz con un grupo de peregrinos del Camino de Santiago, una mujer emocionada rompió el protocolo y me dio un gran abrazo. Me quedé perplejo, pero dos segundos después lo correspondí. En ese momento pensé: “Si he de enfermar, que sea de amor”.
Estas historias me llevaron a reflexionar sobre la importancia del abrazo. Sin embargo, lo que realmente me movió a escribir estas palabras fueron dos testimonios recientes.
El abrazo que llegó en el momento justo
Una de mis alumnas compartió una experiencia profundamente significativa. Una mañana, mientras trabajaba, sintió una necesidad intensa de ser abrazada. Pensó en su madre, quien había fallecido hace años, y en el padre de su hija, que estaba de viaje. La sensación permaneció en su pecho como una llamada urgente que no podía ignorar.
Más tarde, su hijo la sorprendió con una noticia inesperada:
—Mamá, Lucila está de paso por la ciudad y quiere verte. ¿A qué hora regresas hoy?
Lucila había sido una figura clave en su infancia, alguien que la había acompañado y cuidado durante años. Aunque hacía mucho tiempo que no se veían, sin dudarlo, dejó su trabajo y acudió a su encuentro.
—Al llegar, Lucila me abrazó con tanta calidez y ternura que, en ese instante, entendí que había recibido justo lo que mi corazón anhelaba esa mañana.
Cuando un abrazo lo cambia todo
Amapola, otra persona cercana, vivió algo similar en una reunión familiar. En un momento inesperado, su cuñada la abrazó con fuerza mientras le susurraba palabras de agradecimiento. Al principio, Amapola permaneció inmóvil, sin saber cómo reaccionar. Pero pronto sintió una oleada de emociones que la desbordó.
—No soy de emocionarme fácilmente —me confesó—, pero ese gesto me llegó al alma. Fue como si algo dentro de mí se hubiera desbloqueado. Al final, las lágrimas brotaron de mis ojos, y correspondí al abrazo con gratitud y amor.
El poder transformador del abrazo
Quizá estas historias sean simples coincidencias, o quizá no. Pero nos invitan a reflexionar sobre el poder de un abrazo verdadero. Un abrazo sincero tiene la capacidad de sanar, de conectar corazones y de recordarnos que, en los momentos de mayor vulnerabilidad, un gesto simple puede marcar la diferencia.
¿Te has sentido alguna vez abrazado de verdad? ¿Cuándo fue la última vez que un abrazo dejó una huella en tu corazón? ¿Cuál es el abrazo más significativo de tu vida?
Aquí tienes algunos de los testimonios de abrazos de los que se habla en el artículo,
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Es que el abrazo es poderoso!
Y ese poder se acrecienta en cada una de esas acciones. (El abrazo)
Transitamos el día a día, con un crédito de ellos, (están dentro nuestro) que lejos de gastarlo, lo multiplicamos con cada abrazo… y a la vez, le dejamos «ese super poder» a quien estrechamos con los brazos, para tocarnos el alma.