Bambú japonés

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Imagen de Walkerssk en Pixabay

Mis amigos del rito ucraniano me regalan un folleto interesante. Aparte de la amistad con los amigos del rito ucraniano, compartimos, en gran parte, las ideas. En el boletín informativo incluye una historia del bambú japonés que tengo para mí puede resultar interesante.

Dice el boletín: “Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años. A tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo durante el séptimo año, en un período de solo 6 semanas la planta de bambú crece todo lo que tiene que crecer;¡más de 30 metros!

¿Tardó solo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó 7 años y 6 semanas en desarrollarse. Durante los primeros 7 años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de 7 años.”

En el mundo de las prisas y de la velocidad, quizá convendría recordar. En la vida hay que ir despacio. Sin prisa pero sin pausa. Luchando por integrar las buenas cosas que nos suceden cada día e intentando crecer para adentro. Sin embargo, no parece que este mensaje sea bien asumido en el mundo de hoy. Ahora nos gusta la velocidad, la rapidez…. La comida rápida, la riqueza rápida de las quinielas, las apuestas y los juegos…. La semilla necesita tiempo, paciencia y con el tiempo crece, poco a poco hasta dar fruto.

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita!

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaba a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente de que solo llega al éxito aquél que lucha de forma perseverante y sabe esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), es bueno recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que, en tanto, no bajemos los brazos, ni abandonemos a pesar de no ver los resultados que esperamos, algo está sucediendo… algo dentro de nosotros… Estamos creciendo, madurando. Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia. Tiempo…

¡Cómo nos cuesta las esperas! ¡Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos! Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi… Nosotros mimos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué. Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés… ¿Para qué?

Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación. La paciencia. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes. Quizá solo estés echando raíces.

Posdata:

«El bambú es paciente en sus raíces guarda sus sueños. Es flexible y se agacha ante el viento, para levantarse más fuerte. Se flexible ante la adversidad, fluye con la vida y baila con el viento«.

Gumersindo Meiriño Fernández publicado en el libro Buenas Noticias del Padre Gumer

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