Lo que pasa vale la pena

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Es otra tarde en la que el viento arrecia, sin piedad ni pudor alguno.
Entrados  en primavera y estando aún muy blancas las montañas, es un viento helado que en minutos aún hiere manos y mejillas.
En estas orillas del lago, el rizo que hacen las olas alcanza los dos metros de altura, y es solo el viento quien sopla y las eleva, para luego destrozarlas entre rocas y blanca espuma.
La fuerza de la naturaleza se muestra aquí, implacable y majestuosa, y son éstos ciclos misteriosos los que sostienen el sistema, la tormenta que precede a la calma, la calma tan necesaria y vital, como la tormenta.
Hay un momento particularmente bello, cuando el Sol de la tarde atraviesa los rizos de un claro color turquesa, entonces es cuando el viento, el agua, las rocas y la luz componen ésta sinfonía de majestuosa belleza, que hace simplemente, al menos para mí, que todo lo que pasa, bien valga la pena.

Desde san Carlos de Bariloche, Argentina,
Alejandro Vaccari
Imagen de nicolas sastre en Pixabay

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