Nunca estamos solos: ángeles humanos

Mi amiga Cristina siempre me dice:

-Marijo, nunca estamos solos, la soledad es sólo una sensación tuya-.

La última vez que hablamos recién empecé a entenderlo.

– Dios no juega a los dados – dice María mi maestra espiritual, sabiamente va poniendo lo que voy a denominar Ángeles en éste artículo (personas precisas en nuestro camino que nos acompañan en cada momento que necesitamos con un propósito claro). Les voy a compartir  la historia del mío, al que lo apodé mi ángel guardián de la terminal. Esto les va a ayudar a identificar el suyo:

Cuando comencé a ser dirigida espiritualmente por María y decidí transitar éste camino a consciencia en Santo Tomé una de las localidades más antiguas y conservadoras de la provincia de Corrientes, en Septiembre del 2014, fuí a mi primer meditación del solsticio (primavera). La realizamos en grupo ; nos sentamos frente al Río Uruguay y bajo árboles y rodeados de pájaros que nunca había visto antes, ella nos guiaba con su voz; me costaba concentrarme, como cualquiera que se inicia en esto de meditar. De repente, en medio del ejercicio, no resisto la necesidad y abro los ojos. Miro hacia mi izquierda y sentí en el pecho esa sensación de susto, como cuando te sorprenden desprevenidamente. Había un hombre sentado cerca de mí, de tez blanca con campera marrón ostentando  una postura casi perfecta de meditación absolutamente concentrado, cosa que para mí era una destreza aún por desarrollar y me pregunté: ¿Y éste? De dónde salió? Estaba con nosotros? Cuando apareció? Volví a cerrar los ojos, intentando volver a mi débil concentración.

Terminamos la meditación, fuimos a almorzar y le comento a una de las chicas:

_¿Quién es ese chico rubio que estaba meditando con nosotros? A lo que me responde: -_¿Quién? no lo vi.

No había ningún chico rubio. ”El chico rubio” como lo llamé desde aquél momento, había literalmente desaparecido,  aunque yo estaba segura de haberlo visto!

Ese día, mi horario de regreso era  a la 1 de la madrugada. Para la noche el tiempo había cambiado drásticamente. Se había desatado una tormenta fuertísima, mucha agua; vientos y relámpagos. Los vidrios del Hotel donde nos hospedábamos temblaban  por la fuerza del viento. Me acerco a recepción y le pregunto a Nelly, la dueña del hotel:-

_ ¿Será posible que algún remis pueda buscarme para llegar a la terminal?, a lo que me respondió:

_- No te preocupes, te vas con Cristian, él también se va para Corrientes, se van en remis, ahora te muestro quien es-.

Saber esto me relajo de algún modo, me garantizaban transporte y compañía. Me quedé dormida esperando en el sofá del living… el ruido de la puerta de entrada y una voz gruesa y eléctrica que venían de ahí, me despiertan, y veo al hombre rubio de la meditación! Otra vez la mismas sensaciones de sorpresa y susto!

Durante el camino hablamos un poco, llegamos a la terminal y éramos tres (él, yo y un policía), el predio casi vacío,  goteras en el techo y la luz cortada en todo el pueblo cual película de terror; esa noche él me cuidó, yo pensaba: -si hubiera venido sola… estaría muerta de miedo-. A partir de ese día entendí que Dios se las arregla perfectamente para que cada vez que debo viajar de Santo Tomé a Corrientes a la 1 am, Cristian esté ahí para cuidarme.

Sentirnos solos es un juego de la mente, de los miles que tiene, de esos que, de vez en cuando nos juegan malas pasadas y que, por desconocerlos, muchas veces terminamos creyéndolos como reales. En definitiva, ¿estamos solos ¿ O nos sentimos solos por distracción? Lo que aprendí aquel día en la vieja estación terminal de Santo Tomé es que nunca estamos solos. En mi caso, mi ángel como el de muchas personas, tiene brazos y piernas, cabello rubio, ojos color almendra, una voz gruesa y es alto como una jirafa (al menos para mí). ¿Te preguntaste alguna vez quién es el tuyo? ¿Quién es aquella persona que hace que la soledad se disipe, quien es, aunque no la veas realmente con los ojos y ella sí te vea a ti?

Escrito por Majo Lencina

Corrección y edición: prof. Diana Dumullar

Escucha en voz de la autora, la oración al Ángel de la Guarda

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Versión inglesa de la propia autora:

My friend Cristina always tells me:

-Maria Jose, we are never alone, loneliness is only a feeling of yours.

Recently, we talked about this but then I began to understand it.

– God does not play – says Maria my spiritual teacher, he wisely sends what I´ll call “Angels” here (people in our path who walk with us in every moment that we need with a clear purpose). I’ll share my story about my bus station guardian angel as I named it a few years ago. This may help identify yours:

When I began my spiritual path with my teacher Maria and decided to go through it consciously, I needed to travel to a small town called Santo Tome. That was September 2014,I went to my first meditation of the solstice (spring). I sat in front of the Uruguay River together with a group of people, and surrounded by trees and birds I had never seen before, she guided us with her voice; it was hard for me to concentrate, as anyone who starts meditating for the first time. Suddenly, in the middle of the exercise, I couldn’t resist temptation and opened my eyes. I gave a quick look to my left and I felt a frightening feeling in my chest, the same you feel when receiving an unexpected surprise or news.  There was a man sitting near me, he was of white complexion, he was wearing a brown jacket and he was boasting an almost perfect meditation posture, he was quite concentrated, which for me, it was a skill to develop still and I wondered: What about this? Where did he come from? Was he with us? When did he appear? I closed my eyes, returning to my weak concentration.

We finished the meditation, we went to have lunch and I asked one of the girls who was with me:

-«Who is that blond guy that was meditating with us?-

To which she replied: – Who? I didn’t see anyone. There was no blond guy -.

«The blond guy» as I called him that time had literally disappeared, although I was sure I’d seen him!

That night, I had to return home at 1 am. In the evening the weather had changed dramatically. There was a heavy storm, it was raining cats and dogs. The hotel windows, where we were staying, were shaking because of the wind. I walked up to the front desk and asked Nelly, the owner of the hotel:- Is it possible that any taxi can pick me up to get to the bus station?, to which she replied:

-Don’t worry, you travel with Cristian, he goes to Corrientes as well, you’ll go by taxi, l’ll show you who he is later.

Knowing this made me feel relaxed, somehow I was guaranteed transport and someone who I could go with. I fell asleep waiting on the couch in the hotel living room… the sound of the main door and a deep powerful voice coming from there, woke me up just to see the blond man of the meditation! Again, I felt the same: surprise and fear!

Along the way we talked a little bit, we arrived at the bus station and, there were three people only (Cristian, a police officer and me), the place was almost empty, the roof was leaking and there was a power cut; the scene was quite similar to any horror film you can imagine right now; I immediately thought: «If I had been alone… I would have felt terribly frightened”.

From that day on, I understood that God manages time in such a perfect way that every opportunity I travel from Santo Tome to Corrientes at 1 am, Cristian is there to drive me to the bus station.

Feeling alone is a game of the mind, it has thousands of these, and a key point is whether we end up believing they’re true or not.

So now I ask myself: Are we alone or do we feel alone just because we don’t pay enough attention to what surround us?  What I learned that day was that God never leave us alone. In my case, my angel, has arms and legs, blond hair, almond eyes, a thick voice and is as tall as a   giraffe (at least for me). Have you ever wondered who is yours? Who is the person that even though you don’t really see him/her, he/she sees you?

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