La ausencia como MAESTRA
|El abandono como camino hacia la sanación

Los miedos inherentes del ser humano
Muchos dicen que los dos grandes miedos inherentes al ser humano son la soledad y la locura, pero te invito a un desafío para lo cual necesito que busques un lugar tranquilo y ubiques en la mente por un momento la última vez que alguien te dejó, o alguien cercano falleció, o tal vez otra persona se fue alejando poco a poco hasta que un día te diste cuenta que el amor o el afecto se habían ido. ¿Podrías recordar qué sentiste en aquél momento? ¿Podrías nombrar cada emoción revivida?
El tercer miedo: el abandono
Cuando una relación termina o cuando perdemos a alguien, encaramos lo que yo llamaría un tercer miedo: el abandono. El mío podría describirlo como viejo, quizás proveniente de la infancia, bastante incómodo pero que habilita un encuentro con mi costado más vulnerable, ese que sólo yo reconozco.
La herida abierta y las emociones ocultas
Este sentimiento es tan solo la punta del iceberg de las emociones de enojo, pánico, dolor, decepción, shock, culpa y/o inseguridad que afloran en mí.
Cuando nuestra herida de abandono se ha abierto, la sensación es como si de perturbación y confusión se tratara, y aunque nuestra mente limitada se niega a comprenderlo; nuestra alma sabe a ciencia cierta, que lo que sucede es lo correcto, ya que ella está siendo llamada a atravesar un proceso interior de inmensa evolución.
Una experiencia de la infancia
Recuerdo aquél día de invierno el desconsuelo de mi llanto a los 6 años cuando una de mis hermanas se casaba y yo pequeñita intentaba interpretar aquello que estaba sucediendo; meses más tarde logré plasmar en un dibujo mi nueva familia: mamá, papá, hermano varón, otra hermana mujer y yo; la hermana casada no estaba dibujada, había “abandonado” el clan y como consecuencia, la perdimos.
La ausencia como maestro de vida
Con el correr de los años entre anécdotas y risas puedo relacionar lo que en aquél momento no estaba lista para expresarlo en palabras. Sentí una pérdida, para después descubrir que la ausencia no significa eso, por el contrario, se convierte en un regalo de la historia para uno como ser humano, como un gran maestro que coopera en la construcción de la madurez.
Transformar el dolor en sanación
Hasta hace poco, ¡temí profundamente cada momento como éste o similar, hasta que algo hizo click! Supe que no debía asustarme, sino que lo usaría para sanar. Que cuando sucede no está allí para torturarme, sino para elevar mi potencial.
Así que la próxima vez que sientas que alguien te ha dejado, la próxima vez que necesites de alguien más para llenar un hueco vacío, mírate con amor y haz ese vacío más grande hasta experimentarlo con intensidad, no escapes y entrégale todo al Universo, Dios o como elijas llamarlo; podrás descansar sabiendo que no estás solo, que alguien más se ocupa de ese pedido convirtiendo el dolor en sanación. No desaparece de un día para el otro. Es un ejercicio constante, nada sencillo, pero absolutamente liberador.
María José Lencina Artigas,
Creador y Directora de Almacén de Idiomas
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Gracias Majo querida !! Cuanta sabiduría, uno acompaña en el transcurrir de la vida a los papás, y continuamos con nuestra vida, que es la de ellos concretando proyectos, porque los proyectos son “ vida”. Te quiero mucho.