Empezar de nuevo
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Es la frase más trillada que conozco, empezar de nuevo; sin embargo, aplica en toda su extensión a mi vida actual como a la de miles de personas con tal impacto que sólo sabe el que lo siente, porque lo lleva dentro y lo comprende como el único partícipe de sus propios movimientos y cambios.
Algunos empiezan de nuevo como sacudiendo el mantel de la mesa y una lluvia de platos, vasos, cubiertos y comida se esparcen en el aire; tal como las películas de ficción, barajan y dan de nuevo las cartas. Son los humanos bambú-pez en mi propio diccionario; por un lado cuentan con la flexibilidad de la planta enfrentando vientos fuertes sin quebrarse, saben cómo bailar y menear su estructura; entre otras cualidades cuando les toca enfrentarse a grandes mareas fluyen, se dejan llevar, mantienen la esperanza y la conciencia fuertes porque saben que más temprano que tarde llegarán nuevamente a la orilla. Ellos me encantan, me quedo mirándolos fascinada como una niña que ve un payaso en el parque por primera vez con los ojos grandes como dos huevos fritos y un deseo profundo de querer ser como ellos.
Otros empezamos de nuevo de manera gradual, los humanos robles que construimos bases lentas aunque sólidas para ir al siguiente paso. No entendemos los cambios y nos gustaría permanecer como una ovejita pacífica mascando pastito sin ser interrumpidos disfrutando del sol soñando que todos los días sean así, cuanto mejor sería para nosotros!
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No comprendemos exactamente cuando la gente nos dice:
-La vida es movimiento –
– ¡Fluí!!! –
Hay momentos en que pienso que debería ir al diccionario y buscar el significado de fluir, me hace reír de mí misma.
Pero… ¿sabes que nos une a los bambú-pez y a los robles?
La inevitabilidad de lo que es y la aceptación de otra realidad distinta a la anterior que vivíamos hasta hace muy poco, pero no menos interesante. Estamos juntos en este proceso al que la medicina le ha puesto el nombre de pandemia y yo decidí llamarlo sacudón interno espiritual individual y colectivo.
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Hoy a diferencia de otros de mis artículos no voy a contarte algo que tuve que vivir para luego aprenderlo; hoy te cuento que estoy igual que vos meditando, procesando y digiriendo lo que éramos, lo que somos y en la maravilla de los que nos convertiremos poco a poco; la magia no está en el oro en sí, sino en el proceso por el que gracias a muchas manos, incluidas las de un joyero, logran que una piedra preciosa se convierta en anillo.
En eso estamos, ¡buen camino!
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Me conmovió mucho todo lo que dijiste…. me pasa eso mismo… hay momentos en que me siento perdida… como mareada… y triste… pero tengo la fe de que Dios no es improvisado y que todo será para bien de la humanidad….
Gracias Kari por siempre leer y abrirte de corazón. Así es hoy compartimos todos el mismo sentir. Paz y Bien